
- Sab 9, 13-18. ¿Quién se imaginará lo que el Señor quiere?
- Sal 89. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
- Flm 9b-10. 12-17. Recóbralo, no como esclavo, sino como un hermano querido.
- Lc 14, 25-33. Aquel que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.
El seguimiento de Jesús exige una lucha diaria, huyendo de intereses personales, ideologías y acomodaciones, pues el enemigo se esconde y no da la cara, y fácilmente nos acomoda en la dulce mediocridad. Solo la gracia del Espíritu Santo nos mantiene en el servicio diario con perseverancia, y solo así encontraremos la verdadera belleza y el entusiasmo de la radicalidad del seguimiento de Jesús. Y es que Jesús nos enseña primero a servir a la gran familia de Dios con desprendimiento, "posponiendo" otros intereses humanos, y en este servicio se integrará también nuestra familia carnal, cuando mostramos la belleza de ser la gran familia de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario