
Vista de Toledo
Entre tanto, D. Bernardo de Toledo, que conocía a fondo su eximia virtud y sus grandes cualidades naturales, obtenida la aprobación del rey Alfonso VI, le llamó a Toledo, y, asignándole el cargo de arcediano de la catedral, lo constituyó en una especie de secretario suyo en el inmenso trabajo de la organización de la diócesis y de las iglesias que se iban conquistando a los musulmanes. Como en todas partes, distinguióse Pedro en su nuevo cargo por su religiosidad, espíritu de trabajo y amor a los pobres.
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