¡Viva el Concilio Vaticano II! es que hay momentos en los se necesitan decir pecados, todo sea para asegurarse una condenación eterna. Ya que no podemos quemar, excomulguemos, dicen en Añastro. Al grito de los que no piensan como yo están en mi contra, los obispos sacan de la Iglesia a todo aquel que su vida no se refleja fielmente en el espejo de su ideario. Algunos somos tan descreidos que hasta pensamos que rezar rosarios para evitar abortos, es como mirar botellas para no morir de sed.
Todo indica que nos hemos metido en el bucle del integrismo, a los cismáticos ya nos les cuesta integrarse en una institución que piensa y atúa como ellos. Pero no hay que ser mal pensado, seguro que es la cohartada para publicar una carta sobre las bonanzas de la teología de la liberación. Esta Iglesia cada día es más plural, ya la integran grupos tan diversos como los conservadores, los ultraconservadores y los supraultraconservadores, todo por la pluralidad del Espíritu. Terminaran regalando cordones para autoasfixiarse, al tiempo.
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