miércoles, 4 de marzo de 2009

SANTO DOMINGO DE GUZMÁN (XXXIV)


Después, ante la sospecha que le sugirieron de que quisieran llevar a otra parte su cuerpo, dijo: "Quiero ser enterrado bajo los pies de mis hermanos". Y, viéndoles a todos llorar, añadió: "No lloréis, yo os seré más útil y os alcanzaré mayores gracias después de mi muerte". Y, ante una súplica del prior, levantó las manos al cielo diciendo: "Padre Santo, bien sabes que con todo mi corazón he procurado siempre hacer tu voluntad. He guardado y conservado a los que me diste. A ti te los encomiendo. Consérvalos, guárdalos". Y, volviéndose a la comunidad, preparada para rezar las preces por los agonizantes, les dijo: "Comenzad". Y al oír: "Venid en su ayuda, santos de Dios", levantó las manos al cielo y expiró. Era el 6 de agosto de 1221, cuando no había cumplido aún cincuenta años. Ofició en sus funerales el cardenal Hugolino, legado del papa, al que había de suceder bien pronto y que le había de canonizar.

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