lunes, 9 de marzo de 2009

SANTO DOMINGO DE GUZMÁN (XXXV)


Una de las monjas admitidas por él en el convento de San Sixto, de Roma, hace de Domingo la siguiente descripción, confirmada por el dictamen técnico que sobre su esqueleto se dio en 1945 al abrir su sepultura por temor de que fuese Bolonia bombardeada: "De estatura media, cuerpo delgado, rostro hermoso y ligeramente sonrosado, cabellos y barba tirando a rubios, ojos bellos. De su frente y cejas irradiaba una especie de claridad que atraía el respeto y la simpatía de todos. Se le veía siempre sonriente y alegre, a no ser cuando alguna aflicción del prójimo le impresionaba. Tenía las manos largas y bellas. Y una voz grave, bella y sonora. No estuvo nunca calvo, sino que tenía su corona de pelo bien completa, entreverada con algunos hilos blancos".

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