Fue en esta época verdaderamente heroica de Domingo de Guzmán cuando se asoció Bertrán de Garriga, apellidado así por el lugar de su nacimiento, en la diócesis de Nimes. Corazón generoso y alma noble, no pudo menos de vibrar y sentirse contagiado por la santidad y elocuencia de Fr. Domingo. Según afirma uno de sus biógrafos "fue escogido por la Providencia para llenar en el corazón del bienaventurado Domingo el vacío que D. Diego de Acevedo había dejado". Desde entonces le vemos con frecuencia al lado de Fr. Domingo, gozando de su más pura amistad y apareciendo en las crónicas como compañero inseparable en muchos de sus viajes, haciéndole partícipe en numerosos milagros. Imitador de la santidad de Fr. Domingo, "llegó a ser -en frase de Bernardo Guidón- verdadera imagen de Domingo de Guzmán".
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