En agosto de 1215 salió el obispo Fulco hacia Roma para asistir al IV concilio de Letrán, y le acompañó Fr. Domingo, esperando poder exponer juntos al papa su proyecto de fundación de una Orden que se llamase y fuese de predicadores. Pero antes de partir para Roma, Fr. Domingo escogió a Bertrán de Garriga para superior de aquella incipiente comunidad, que había de constituir el núcleo básico de la nueva Orden. En este período, el grupo de predicadores alternaba su apostolado con la asistencia a las lecciones de teología de un insigne maestro que había traído el obispo Fulco para regentar estas enseñanzas en la catedral de Tolosa. Era deseo expreso de Fr. Domingo que sus discípulos adquiriesen una sólida preparación científica para luego poder discutir con los herejes.
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