jueves, 7 de julio de 2016

Manuel Herrero Fernández


"ES NORMAL QUE LAS MUJERES ADQUIERAN CADA VEZ MÁS REPONSABILIDADES EN LA IGLESIA"

Manuel Herrero Fernández Obispo de Palencia. Religioso agustino

Cuando ya pensaba en encarar los últimos seis años en activo, el Papa le ha nombrado obispo de Palencia, formando parte de la pequeña y selecta nómina de cántabros príncipes de la iglesia

"Mis padres criaban ganado en nuestro pueblo, Serdio, y yo exhaba una mano pero siempre quise ser sacerdote"

"Don Carlos Osoro no es para mí un valedor, sino un amigo y un hermano. Ma valgo por mí mismo, como él se vale por sí mismo"

El día 18 de junio, en la catedral de Palencia, fue entronizado como el centésimo séptimo obispo de esa diócesis desde que fuera nombrado el primer prelado en el año 456.

Junto al cardenal Ángel Herrera Oria, el arzobispo Carlos Osoro y el obispo Juan Antonio del Val ha entrado a formar parte del selecto grupo de clérigos cántabros -excelentísimos y reverendísimos- que han llegado a la cúpula en los siglos XX y XXI. En una misa solemne en la catedrtal, a las doce de la mañana, la diócesis le despidió.

Manuel Herrero Fernández nació en la pequeña localidad de Serdio (Val de San Vicente), una población con 180 habitantes que tiene en el obispo y en el maqui Francisco Bedoya, sus dos referentes para al historia.

Religioso de la Orden de San Agustín, este cántabro venido al mundo en 1947, pisó por primera vez un seminario a los 10 años de edad. Desde entonces, siempre ha estado alo servicio de la Iglesia, especialmente la cántabra.

Los hermanos de su 'casa', los agustinos del santanderino barrio de El Sardinero, le han regalado el preceptivo anillo de plata, el solideo y el fajín morado que le harán destacar como prelado, un pectoral de metal y un sencillo báculo de madera que le ha tallado un ebanista amigo suyo. "Es el ajuar que me regala mi familia", bromea.

No se revistió especialmente para su proclamación. Entró en el templo palentino con el negro y austero hábito agustino. Tenaz -dicen que algo testarudo- trabajador incansable, geniudo -aunque no lo reconoce del todo- cuando le quedan seis años para su jubilación eclesiástica, el Papa le ha hecho un encargo que le ha sentado en la bancada de la Conferencia Episcopal.

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