A media tarde arrancaba la primera edición del Congreso de Educadores Cristianos que ha convocado a más de 200 personas ‒entre inscritos, voluntarios, ponentes e invitados‒ preocupados redescubrir la educación como una vocación vital.
Una tarde de viernes no se presenta como el mejor momento para que educadores, venidos de toda la comunidad autónoma, se junten para seguir trabajando. Sin embargo, lo vivido en esta tarde, ha sorprendido y desbaratado las expectativas con las que muchos se han acercado a la Sala Pedrueca, de la Fundación Botín, donde se está desarrollando este congreso.
La tarde ha transcurrido con un ritmo que por momentos ganaba en intensidad. Así, el momento más profundo, tras la oración, la presentación y la intervención de los distintos organizadores e invitados, ha consistido en el coloquio con el ponente Xosé Manuel Domínguez Prieto, en que han participado educadores de distintos ámbitos: de la escuela pública, de la concertada, profesores de religión y de otras materias, pero que todos tenían en común la vivencia de la fe.
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