
- Eclo 3, 17-20. 28-29. Humíllate y así alcanzarás el favor del Señor.
- Sal 67. Tu bondad, oh, Dios, preparó una casa para los pobres.
- Heb 12, 18-19. 22-24a. Vosotros os habéis acercado al monte Sion, ciudad del Dios vivo.
- Lc 14, 1. 7-14. El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.
Jesús quiere que su banquete, la eucaristía, sea una mesa de autenticidad y no de ficción, en donde no hay privilegios ni exclusiones. Para ello, sus discípulos deben buscar el último lugar, que es el del servicio más humilde. No podemos olvidar el sentido del pasivo divino en los evangelios: "El que se humilla será...". El sujeto de este pasivo es Dios, él será quien enaltecerá la auténtica humillación por el reino de Dios, y no los hombres. La verdadera humildad nos hace entrar en el secreto de Dios, en su misericordia.
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