jueves, 26 de junio de 2008

la cucharrena


Cimavilla, Gijón (Asturias)

Hoy por hoy casi nadie quiere ir al circo, ni las fieras impresionan y los payasos nunca han tenido tanta competencia desleal. El mayor espectáculo del mundo es la telerealidad, en estudios que hacen las veces de pista central, un imitador de domador deja que una manada de leones devoren una pieza de mayor o menor valor, por un precio marcado, en proporción del escándalo y de lo previamente pactado.

Otro número circense es ir a contar las verguenzas, de la pobre vida de todo pecador, con el único fin de tener cinco minutos de gloria y escandalizar a la todavía proporción alta de desinformados, que se creen todo lo que les sirven en bandeja de plata. Estamos perdiendo el pudor y con ello altas dosis de dignidad. Las niñas ya no quieren ser princesas, quieren ser famosas y ganar mucho dinero, como casi todo en esta vida, lo aprendieron en casa.

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