Un centenar de reclusos han pasado en los últimos ocho años por la Casa Trinitaria de Acogida
03.06.08 - ALMUDENA RUIZ
«Esta ha sido una pesadilla en mi vida que no se borrará nunca», dice Manuel, de 52 años de edad, al recordar los últimos nueve años de su vida, un periodo en el que ha estado cumpliendo la condena que le impusieron los tribunales en el penal de El Dueso. Manuel es uno de los cien reclusos que a lo largo de los últimos ocho años ha pasado por la casa propiedad del Obispado de Santander y en la que se acoge a presos que disfrutan de permisos penitenciarios y no tienen a dónde ir durante esos periodos de tiempo.
El padre Antonio Arteche, superior del Santuario de la Bien Aparecida de Marrón, está al frente de este proyecto desde hace seis años, y al igual que sucede con todo aquello en lo que se involucra, su entusiasmo impregna cada rincón de la casa y ánima a Manuel a mirar con esperanza hacia el futuro. «Ahora me queda esperar que llegue la condicional, después alquilaré un piso, buscará un trabajo y reharé mi vida», dice Manuel con ilusión.
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