
Gobernó la Iglesia cuando la fe se iba apoderando de la mayoría del Imperio, lo cual le obligó a resolver delicados problemas de Derecho cristiano y de la santidad del matrimonio, frente a las leyes paganas de los césares. Ordenó el ayuno de las cuatro Témporas, y edificó la basílica de Santa María Tras el Tíber, y en la Vía Apia amplió el antiguo cementerio que lleva el nombre de San Calixto. Padeció martirio.
Santoral:
San Calixto I, papa y mártir; San Juan Ogilvie, presbítero, mártir; Beato Gonzalo Lagos, presbítero; Beato Horacio Hozminski, presbítero; y Beata María Poussepin, virgen.
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