Para no pocos católicos, curas y obispos esta sería la imagen ideal de las fachadas de iglesias y catedrales. La unión del trono y el altar sigue teniendo sus seguidores, que añoran el férreo control de las dos instituciones sobre la vida pública y privada de los mortales. El lanzamiento de crucifijos es el nuevo deporte nacional, y más que discutir sobre quitar o no quitar, estaría bien el saber como llegaron allí.
Pero que la cruz resulte un símbolo que no gusta no es por culpa del que murió, como miles o millones a lo largo de la historia, sino por haber sido utilizado de manera grosera y obscena. Cruces de inquisición, de guerra, contra todo lo diferente, contra todo lo que se menea. La cruz fueron tres días, ni eso, y no es la base de nuestra fe, creemos por lo que pasó después. Jesús no padeció ni más ni menos que millones de torturados a lo largo de la historia, pero a él le reconocieron al partir el pan.
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