martes, 18 de agosto de 2009

SANTA JUANA DE AZA (X)


Ignoramos, la verdad, cómo vino la cosa. No sabemos si aquel día Juana no tenía otro cosa que dar, o bien si no tenía otra cosa mejor, puesto que para los pobres, o para Cristo que vive en ellos, es lo mejor justamente lo que hay que dar. Los relatos indican más bien que, además de las limosnas, repartió el vino: además de los socorros, la alegría. Nos agrada pensar que fuera así. Lo que sabemos en todo caso es que la cuba de vino generoso fue repartida entre los pobres y enfermos. Y la repartió Juana, la señora de Caleruega, mientras su marido estaba lejos. Juana aquel día dio con alegría y dio alegría. El vino que consolaba el animoso corazón de D. Félix pasó a consolar los agobiados corazones de los que no tenían vino, como en Caná. Y, como en Caná, fue una mujer-allá, maría; acá, Juana-la que se dio cuenta del problema y quiso ponerle remedio.

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