
Inmigrantes
30 noviembre 2009
La emigración es uno de los signos de nuestro tiempo y un fenómeno humano complejo. En España ha experimentado un claro cambio de signo en los últimos años. Hemos pasado en dos décadas de ser un país de emigración a ser uno de los países de Europa con más elevado número de inmigrantes.
La emigración es uno de los signos de nuestro tiempo y un fenómeno humano complejo. En España ha experimentado un claro cambio de signo en los últimos años. Hemos pasado en dos décadas de ser un país de emigración a ser uno de los países de Europa con más elevado número de inmigrantes.
Como hemos escrito los obispos españoles en el documento La Iglesia en España y los inmigrantes (Madrid 22 de noviembre de 2007), la emigración nos interpela y, a su vez, constituye un momento de gracia, para vivir la catolicidad, para el fortalecimiento de nuestras comunidades, para la misión ad gentes, para el diálogo ecuménico e interreligioso, para la acción caritativa y social de la Iglesia.
Nuestra Programación Pastoral 2009-2010, en el apartado de la expresión de la caridad, recoge, entre sus objetivos, cuidar la acogida e integración de los inmigrantes. En esta Carta pastoral ofrezco tres actitudes, que nos pueden ayudar a favorecer la acogida y la integración de los inmigrantes en nuestra Diócesis de Santander.
Actitud acogedora, solidaria, sensible a la vulnerabilidad y el desamparo de los inmigrantes, respetando las diferencias culturales, políticas, sociales y religiosas. Nadie debe sentirse extranjero a pesar de las diferencias. Hay que escuchar y buscar juntos las respuestas. Buscar formas de respetar sus derechos y deberes como ciudadanos y hermanos. Trabajar contra el racismo y la xenofobia. Ver en los inmigrantes unas personas y no una mano de obra y objeto de nuestra caridad, evitando paternalismos que deshumanizan. El inmigrante no es un problema, sino una oportunidad. En la Iglesia no sobra nadie.
Actitud profética, que denuncia la injusticia social: estrecharnos un poco para posibilitar nuevos puestos de trabajo con salarios dignos y con seguridad social. Denunciar las situaciones de pecado e injusticia social en los ámbitos en los que tengamos acceso. Ya la encíclica Sollicitudo rei socialis (número 16) denunciaba la responsabilidad de los países desarrollados en el mantenimiento de las estructuras injustas en perjuicio de los países subdesarrollados. Y profética, que cree, vive y anuncia la esperanza y la fraternidad. Creer en las posibilidades de una persona es hacerla nacer de nuevo. Ignorarla o dejarla por imposible es matarla.
Actitud misionera: “Id y anunciad el Evangelio”. Salir de nuestros esquemas, de nuestras casas e ir al encuentro del otro. Saber quiénes son, dónde están, cómo viven, y tratar de llegar a descubrir sus verdaderas necesidades humanas, familiares, religiosas y espirituales. Es la dimensión misionera y universal de la fe. No esperar a que vengan a la parroquia, porque necesitan ayuda, sino salir a su encuentro y acogerlos. No olvidemos que el tema de los inmigrantes es uno de los retos que tiene la Iglesia Diocesana y la sociedad de Cantabria en nuestros tiempos.
Vicente Jiménez Zamora, obispo de Santander.
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