La noticia de la muerte del santo obispo se difundió rápidamente, y, al conocerlo los que con él habían quedado en aquellas tierras de Tolosa, se volvieron a sus casas. "Fray Domingo quedó solo allí en la brega de la predicación. Algunos le siguieron algún tiempo". Pero inaccesible al desaliente, prosiguió incansable su actividad apostólica.
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