
Una vez instalados los frailes en París, Fr. Bertrán de Garriga regresó a Tolosa. La situación se agravaba por días en la capital del Languedoc, hervía la insurrección, que al fin estalló, y en el asalto a las murallas de Tolosa murió Simón de Monfort. Pero el convento de San Román, custodiado por Fr. Bertrán y la pequeña comunidad, se salvó.
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