jueves, 6 de septiembre de 2012

San Juan Masías (XIV)


En un lugar cercano a la capital del Perú, el Beato, antes de profesar, había cuidado el ganado de un vecino distinguido. En aquel sitio se alzaban varios naranjos, y en uno de ellos, abriendo la corteza, el devoto pastor talló una cruz; al pie de ella rezaba y de ese árbol colgaba su rosario. Quince años después de su fallecimiento, el propietario de aquella arboleda ordenó talarla, y, precisamente el día en que la Iglesia conmemora el triunfo de la santa Cruz, el leñador que ejecutaba la tarea descubrió en el interior de uno de los árboles dos cruces del tamaño de una cuarta. Admiráronse todos, y al punto se improvisó una fervorosa procesión, que condujo las cruces con todo respeto a lugar sagrado.

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