martes, 11 de diciembre de 2012
Alberto Pico (VIII)
Un párroco de salitre (VIII)
Pico caló en el barrio. Se fue adaptando y "se hizo un poco de cada casa". En un lugar en el que el profesor solo conseguía que los críos volvieran del recreo desenvolviendo un bocadillo. En el que una mujer sorteaba cada semana una manta que todos sabían que nunca existió. "Nos metía a cincuenta críos en un bus y nos llevaba a Secadura. Arrasábamos con todo". O a Villatomil. Le fiaban en la carnicería y, al regresar, "atracaba a todos los conocidos" para pagar la deuda.
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