El jefe de estación de Coscurita, a los altares

Entre los próximos beatos hay uno que tiene relación con nuestra tierra: se trata del P. Manuel Sanz Domínguez, monje jerónimo, cuya trayectoria vital es ciertamente apasionante.
Nacido el año 1887 en Sotodosos, en la colindante provincia de Guadalajara, se educó a la sombra de su tío, párroco de Coscurita (entonces Diócesis de Sigüenza), cuyo Obispo, fray Toribio Minguella, le confirmó y trocó su nombre de pila de Silvestre por el de Manuel.
Hombre inquieto, sabemos que fue trasladado a Madrid, donde en la estación de Atocha prestó servicio e hizo de esas instalaciones lugar de evangelización, dando noticia de Jesucristo a quien quisiera escucharle. Más tarde, cambió la gorra y banderola de ferroviario por la dirección del Banco Rural en la calle Alcalá de Madrid. Su búsqueda de Dios le hizo entrar en contacto con el apóstol de Madrid (así era conocido San José María Rubio S.J.) y con la Adoración Nocturna, donde forjó su carácter de hombre de oración. Allí conoció los escritos de San Jerónimo; tanto le cautivaron que quiso profesar en la Orden Jerónima.
Cualquiera hubiese desistido al conocer que esa Orden hacía casi cien años que no existía pero -consciente de que no era un simple deseo sino llamada de Dios- no se arredró e inicio la titánica tarea de restaurarla, lo que logró a mediados de la segunda década del S. XX con un reducido grupo de amigos en El Parral (Segovia).
El P. Manuel en Paracuellos del Jarama, recibió la palma del martirio el día 7 de octubre de 1936.
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