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33 Tiempo Ordinario (A) Mateo 25, 14 – 30
NO ENTERRAR NUESTRA RESPONSABILIDAD
JOSÉ ANTONIO PAGOLA
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).
ECLESALIA, 12/11/08.- La parábola de los talentos es un relato abierto que se presta a lecturas diversas. De hecho, comentaristas y predicadores la han interpretado con frecuencia en un sentido alegórico orientado en diferentes direcciones. Es importante que nos centremos en la actuación del tercer siervo, pues ocupa la mayor atención y espacio en la parábola.
Su conducta es extraña. Mientras los otros siervos se dedican a hacer fructificar los bienes que les ha confiado su señor, al tercero no se le ocurre otra cosa que «esconder bajo tierra» el talento recibido para conservarlo seguro. Cuando el señor llega, lo condena como siervo «negligente y holgazán» que no ha entendido nada. ¿Cómo se explica su comportamiento?
Este siervo no se siente identificado con su señor ni con sus intereses. En ningún momento actúa movido por el amor. No ama a su señor, le tiene miedo. Y es precisamente ese miedo el que lo lleva a actuar buscando su propia seguridad. Él mismo lo explica todo: «Tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra».
Este siervo no entiende en qué consiste su verdadera responsabilidad. Piensa que está respondiendo a las expectativas de su señor, conservando su talento seguro, aunque improductivo. No conoce lo que es una fidelidad activa y creativa. No se implica en los proyectos de su señor. Cuando éste llega, se lo dice claramente: «Aquí tienes lo tuyo».
Cuando se piensa que el cristianismo ha llegado a un punto en el que lo único o lo primordial es «conservar» y, no tanto, buscar con coraje y confianza en el Señor, caminos nuevos para acoger, vivir, y anunciar su proyecto del reino de Dios, estamos olvidando cuál es nuestra verdadera responsabilidad.
Si nunca nos sentimos llamados a seguir las exigencias de Cristo más allá de lo enseñado y mandado siempre; si no arriesgamos nada por hacer una Iglesia más fiel a Jesús; si nos mantenemos ajenos a cualquier conversión que nos pueda complicar la vida; si no asumimos la responsabilidad del reino como lo hizo Jesús, buscando «vino nuevo en odres nuevos», es que necesitamos aprender la fidelidad activa, creativa y arriesgada a la que nos invita su parábola.
ecleSALia (ISSN: 1579-6345) es un servicio informativo por correo electrónico de carácter gratuito sobre la actualidad religiosa, con más de nueve mil suscripciones. Para recibir ecleSALia en tu dirección, envía a eclesalia@eclesalia. net , tu nombre, e-mail, lugar geográfico y eclesial. En ecleSALia.net puedes encontrar los artículos publicados y gracias al buscador aquellos cuya temática te pueda interesar.
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Su conducta es extraña. Mientras los otros siervos se dedican a hacer fructificar los bienes que les ha confiado su señor, al tercero no se le ocurre otra cosa que «esconder bajo tierra» el talento recibido para conservarlo seguro. Cuando el señor llega, lo condena como siervo «negligente y holgazán» que no ha entendido nada. ¿Cómo se explica su comportamiento?
Este siervo no se siente identificado con su señor ni con sus intereses. En ningún momento actúa movido por el amor. No ama a su señor, le tiene miedo. Y es precisamente ese miedo el que lo lleva a actuar buscando su propia seguridad. Él mismo lo explica todo: «Tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra».
Este siervo no entiende en qué consiste su verdadera responsabilidad. Piensa que está respondiendo a las expectativas de su señor, conservando su talento seguro, aunque improductivo. No conoce lo que es una fidelidad activa y creativa. No se implica en los proyectos de su señor. Cuando éste llega, se lo dice claramente: «Aquí tienes lo tuyo».
Cuando se piensa que el cristianismo ha llegado a un punto en el que lo único o lo primordial es «conservar» y, no tanto, buscar con coraje y confianza en el Señor, caminos nuevos para acoger, vivir, y anunciar su proyecto del reino de Dios, estamos olvidando cuál es nuestra verdadera responsabilidad.
Si nunca nos sentimos llamados a seguir las exigencias de Cristo más allá de lo enseñado y mandado siempre; si no arriesgamos nada por hacer una Iglesia más fiel a Jesús; si nos mantenemos ajenos a cualquier conversión que nos pueda complicar la vida; si no asumimos la responsabilidad del reino como lo hizo Jesús, buscando «vino nuevo en odres nuevos», es que necesitamos aprender la fidelidad activa, creativa y arriesgada a la que nos invita su parábola.
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