El nacimiento del futuro santo ocurrió el 24 de junio, día de San Juan Bautista, el precursor, el que clamaba en el desierto y preparaba los caminos del Señor. También Domingo había de ser una voz que enderezara caminos; para eso fundaría con el tiempo su Orden de Hermanos Predicadores. Del nacimiento y sus circunstancias cuentan las leyendas varios prodigios. El más gracioso es la equivocación que por tres veces sufrió el celebrante que decía la misa de acción de gracias. Al volverse para decir "Dominus vobiscum", le salía, en vez de esto, un extraño anuncio: "Ecce reformator Ecclesiae". En vez de anunciarles a los fieles que el Señor estaba con ellos, les decía que allí estaba el hijo de Juana de Aza, aquel niño al que habían puesto por nombre Domingo. El cachorrillo, en efecto, prendería fuego al mundo; pero su fuego no vendría a destruir, sino a purificar; sería calor y luz que encendería los espíritus, calor de amorosa pobreza, luz de traspasada verdad.
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