domingo, 14 de noviembre de 2010

BEATO JUAN MASIAS (I)


Este bienaventurado siervo de Dios, lego de la Orden dominicana, nació, en la villa extremeña de Ribera, en febrero de 1585. Sus padres fallecieron, dejándole huérfano y sin amparo alguno cuando apenas contaba cuatro años, no sin antes haberle enseñado ya las principales oraciones. No obstante su tierna edad, se ajustó con un labrador para cuidar una piara de ganado de cerda. Un día, dedicado a esta humilde ocupación, se le apareció el evangelista San Juan, que le tomó desde entonces bajo su protección inmediata. En tan memorable oportunidad, el azorado niño experimentó su primer éxtasis, y, fuera de sí, mereció contemplar la ciudad celestial. El amparo de San Juan le acompañó durante su vida entera, apartándole de todo mal y guardando su pureza de cualquier lance que la pusiera a riesgo de mancillarla. De esta forma, el Beato Masías, a la hora de su tránsito, pudo gloriarse de que moría virgen, como otro Santo Domingo.

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