- Is 50, 4-9a. No escondí el rostro ante ultrajes.
- Sal 68. Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor.
- Mt 26, 14-25. El Hijo del hombre se va como está escrito; pero, ¡ay de aquel por quien es entregado!
Al nombre de Jesús, dóblese toda rodilla. Isaías compara a Jesús con el lagaredo, que, al pisar el lagar, salpica sus propios vestidos con la sangre de la uva; Jesús, en su Pasión, hollará los poderes del infierno; pero su Cuerpo santísimo, que es la vestidura de su divinidad, quedará salpicado con su propia sangre.
Con vivísimos colores pinta Isaías los padecimientos redentores de Jesucristo, su infinita mansedumbre y los magníficos frutos de la Redención.
Oración:
Oh Dios, que nos amas tanto que quieres que nos libremos del poder del mal, que con el ejemplo de vida de tu Hijo que murió en la cruz, sea nuestra vida un camino de plenitud hasta la resurrección. Por nuestro Señor Jesús.
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