El proceso de creación de la diócesis de Santander se inicia en el siglo XVI, durante el reinado de Felipe II y no se concluye hasta el siglo XVIII, siendo rey Fernando VI. Felipe II, Felipe III y Felipe IV presentan instancias a Roma solicitando la desmembración de los territorios llamados la Montañas Bajas y la creación de una nueva sede en la villa de Santander. La historia de visitadores, informantes, sopesamiento de las razones, es muy larga y no culminará hasta que un montañés famoso, el jesuita P. Rábago llegue a ocupar el puesto de confesor de Su Majestad. A sus instancias Fernando VI urgió de nuevo la cuestión a Roma a través de su embajador Puertocarrero.
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