Conforme a su deseo, expresamente manifestado antes de morir, sus restos fueron conducidos a Osma y depositados en su catedral. Así se cumplía su voluntad de que su cuerpo reposara junto a su iglesia, a la que él consideraba como su esposa. Así vivió y así murió este santo monje y obispo, verdadesro modelo tanto para los religiosos como para todos los eclesiásticos, particularmente para los prelados.
BERNARDINO LLORCA, S. I.
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