5 de abril. +DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR.
Con el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, la Iglesia entra en el misterio de su Señor crucificado, sepultado y resucitado, el cual, entrando en Jerusalén, dio un anuncio profético de su poder. Contiene a la vez el presagio del triunfo real de Cristo y el anuncio de su Pasión. Los cristianos llevan ramos en sus manos como signo de que Cristo, muriendo en la cruz, triunfó como Rey. Habiendo enseñado el Apóstol: "Si sufrimos con él, con él también seremos glorificados", el nexo entre ambos aspectos del misterio pascual ha de resplandecer en la celebración y en la catequesis de este día.
Mc 11,1-10 o Jn 12,12-16. Bendito el que viene en nombre del Señor.
Is 50,4-7. No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado.
Sal 21. Dios mio, Dios mio ¿por qué me has abandonado?
Flp 2,6-11. Se rebajó a sí mismo, por eso Dios lo levantó sobre todo.
Mc 14,1-15,47. Llevaron a Jesús al Gólgota y lo crucificaron. Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
El Domingo de Ramos nos introduce en la Semana Santa. La celebración de hoy engloba los dos aspectos fundamentales del misterio pascual: muerte y vida, humillación y triunfo. En otras palabras: entrada triunfal en Jerusalén y el Siervo que es llevado a la muerte. El Siervo de Dios permanece siempre a la escucha de la palabra de Dios y anuncia a pesar de sentir ultrajes. el Siervo de Yahvé, según la tradición cristiana, es Jesús. El Evangelio proclama la persecución y muerte de Jesús y la liberación del pecado. El himno que transcribe Pablo habla de la humillación y de la glorificación de Jesús sobre todo nombre.
La celebración tiene dos partes: la conmemoración de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y la Eucaristía, que es memorial de la muerte y resurrección de Cristo.
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