miércoles, 2 de septiembre de 2015
La voz del pastor
La voz del Pastor
Volver a las raíces
Nuestros pueblos, que durante los largos meses de invierno pero también de primavera y otoño, se encuentran en su mayoría despoblados y desérticos, debido a la emigración a la que se han visto obligados sus habitantes en los últimos decenios, con el objetivo de ganarse la vida; en estos meses de verano de julio, y especialmente de agosto, ven como sus casas se abren y se llenan de hijos del pueblo que vuelven a sus raíces a pasar este periodo estival.
La vuelta a los pueblos en el tiempo de vacaciones es, sin duda alguna, una verdadero regreso a las raíces, a recordar tantas y tantas experiencias vividas en otros tiempos al calor del hogar familiar, tantas anécdotas que acuden a nuestra mente y que marcarían la vida de los que las vivimos como vecinos que éramos de pleno derecho, y que ahora, por circunstancias de la vida nos encontramos lejos del hogar que nos vio nacer.
De la estancia en nuestros pueblos nos vienen a la memoria y al recuerdo muchas vivencias en el seno de nuestras familias, en las que ciertamente no había lujos, pero tampoco faltaba lo necesario para vivir dignamente, y por eso guardamos un recuerdo de nuestra niñez y juventud realmente estupendo.
¿Cómo no recordar todo cuanto vivimos en nuestra familia? El estilo de vida, los valores fundamentales que en ella se vivían e inculcaban, aquello que con tanta fuerza e insistencia nos decían nuestros padres tantas veces: que debíamos ser buenas personas, honrados “a carta cabal”, que nuestros comportamientos no nos obligaran a agachar la cabeza ante nada ni ante nadie, sino que pudiéramos ir siempre con la cabeza bien alta, porque no teníamos nada de lo que avergonzarnos, que no debíamos arrodillarnos delante de nadie sino de Dios, que debíamos conseguir las cosas gracias a nuestro esfuerzo, lucha y trabajo...
Recordamos igualmente la oración en familia, el rezo del Rosario todos juntos desde ni- ños, lo guapos que nos ponía nuestra madre los domingos para ir a Misa junto con toda la familia, y solamente así nos daban la propina.
Recordamos a nuestros padres como verdaderos hombres y mujeres de fe. En esta misma tesitura de fe se celebraba el día de la fiesta del patrono del pueblo, que convertía todas las casas en lugares abiertos para recibir a los que venían de otros lugares y así se pudieran sentir como en su propia casa.
¡Cuántas cosas vienen a nuestro recuerdo y a nuestra memoria cada año al venir en verano a nuestro pueblo! Es fundamental volver a nuestras raíces cada año y actualizar todo lo bueno que en ellas vivimos, aquellos grandes valores que nos inculcaron y vivieron nuestros padres, aquella unión en la familia, aquella oración tan sencilla y a la vez tan profunda, aquel estilo de familia que vivimos desde dentro...
Es muy positivo que cada año, cuando acudimos a nuestro pueblo, recordemos todo aquello, no para que se quede en algo pasado, sino para contrastarlo con nuestra vida actual y preguntarnos si de verdad no merece la pena; que nos esforcemos, aunque cueste, en recuperar todos estos valores que sin darnos cuenta, guiados por otras llamadas de la sociedad actual, hemos perdido.
Dejemos que Dios entre en nuestra vida, tiene mucho que darnos, nos va a ayudar a ser más felices y un día nos premiará los esfuerzos que hemos hecho por trasmitir la fe a todos los miembros de nuestra familia, lo mismo que estamos convencidos que ya ha recompensado a nuestros padres por los esfuerzos que ellos pusieron a la hora de vivir y transmitir los valores cristianos a sus hijos.
¡FELIZ VUELTA A LAS RAÍCES!
Gerardo Melgar Viciosa
Obispo de Osma-Soria
http://www.osma-soria.org/pdf/hoja_diocesana/2015/hd528.pdf
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